sábado, 12 de junio de 2004

TIRAR PESCADO

“Tirar pescado”

En relación a una carta publicada el 1 de junio en esta sección, en la que se reprocha a los pescadores de Barbate la acción de tirar el pescado como gesto de protesta y se tacha de delito, me gustaría reseñar unos pequeños matices. Estoy de acuerdo con el autor de esta carta en que no es correcto tirar los alimentos. Pero tampoco me parece correcto que a los pescadores se les pague por una caja de diez kilogramos de sardina sólo siete euros. Cuando todos conocemos el precio que alcanza un kilogramos de sardinas en el mercado (los boquerones, a los que se hace referencia, se pagan a un precio muy parecido). No me parece nada correcto que se pague esa ridiculez a los pescadores, que son los que verdaderamente se juegan la vida cada noche en el mar para que el pescado llegue cada día a nuestra mesa. Una injusticia conocida por todos, pero a la que nadie hace referencia. Lo que realmente si me parece un grave delito es que el 20% de los habitantes del planeta consuman el 80% de los recursos existentes. Pero claro, como nosotros formamos parte de ese 20%, pues no nos parece injusto. Me parece un delito que por cada kilogramo de tomates que compramos en el mercado se hallan tirado dos kilogramos porque no tenían el color o la forma que le gusta al consumidor (claro, como eso no lo vemos, no nos parece un delito). Me parece un delito que la Unión Europea nos prohíba cultivar todo lo que nuestra tierra y el sudor de nuestros agricultores son capaces de producir, para así mantener los precios estables, mientras existen muchas bocas por alimentar. Me parece un delito que mueran más de 33.000 niños cada día porque no somos capaces de compartir aquello que injustamente nos hemos apropiado.
Es cierto que no es correcto tirar los alimentos, pero me parece una exageración tacharlo de delito contra el medio ambiente y contra la humanidad (mencionando a los que pasan hambre), cuando cada día se suceden millones de injusticia frente a nuestros ojos, sin que hagamos nada por evitarlo. Puede que el verdadero problema de todo esto sea que tristemente los pescadores hallan tenido que recurrir a una medida tan drástica, porque es la única forma de que la sociedad le preste un poco de atención. Puesto que todos conocemos su injusticia, pero es más cómodo seguir sin hacer nada. Tal vez, no sea justo pedir justicia a quien injustamente se le niega.

El País 12/06/2004

domingo, 6 de junio de 2004

NUEVA TRAICIÓN AL SAHARA OCCIDENTAL

“Nueva traición al Sahara Occidental”

Hay ocasiones en las que no me siento orgulloso ni de ser europeo, ni de ser español. Ocasiones como esta, acabo de conocer la noticia de que la Unión Europea recorta la ayuda a los refugiados saharauis de quince millones de euros (que ya de por si es una cantidad ridícula) a sólo tres millones de euros. Casi no puedo creerlo. Se me hace un nudo en la garganta al descubrir que tres millones de euros entre más de trescientos mil refugiados sale a menos de diez euros por persona. Menos de diez euros para subsistir todo un año, me parece increíble, sobre todo teniendo en cuenta que aquí en un simple almuerzo podemos gastar más de diez euros. Menos de diez euros no sólo para alimentación, sino también para sanidad, puesto que en los campamentos hay desde médicos hasta pequeños hospitales (que a veces, parecen erguidos, más por el ímpetu de los propios saharauis que por los fondos europeos), menos de diez euros para educación (puesto que desde el segundo año exiliados en el desierto, se impuso un sistemas de escuelas, en las cuales los niños aprenden desde historia hasta español), menos de diez euros para organización política y social (puesto que existe un complejo sistema de organización en los campamentos, desde provincias hasta barrios); y la Unión Europea pretende que todo esto salga adelante con menos de diez euros por persona. Que fácil es arreglar el mundo desde un despacho. No puedo evitar que las lagrimas broten de mis ojos cuando recuerdo la alegría con la que los saharauis comparten todo lo que tienen, mientras que en esta parte “civilizada” del “primer mundo” (en la que nos sobra de todo menos justicia) no somos capaces de destinar más que tres ridículos millones de euros para lavarnos las manos en una injusticia, que mantiene olvidado al pueblo saharaui desde hace ya veintinueve largos años.
Sobre todo me cuesta comprender la posición de España dentro de la UE, puesto que queramos reconocerlo o no, España tiene una deuda histórica con el pueblo saharaui. Una deuda que comenzó, mucho antes de 16 de octubre de 1.975, fecha en la que el Tribunal de La Haya dictaminó que no existían lazos de soberanía entre el Sahara Occidental y Marruecos. España, en lugar de colaborar en la independencia del pueblo saharaui, jugo una partida a dos bandas de la que salió bastante mal parada (con la intención de mantener la explotación de los caladeros pesqueros saharauis, y conseguir el favor de Marruecos en las minas de fosfato de Bu Craa, con unas reservas de 1.600 millones de toneladas, lo que la convierte en la mayor explotación de fosfatos del mundo). El 17 de noviembre de 1.975 el señor Piniés anunciaba en la ONU lo que todo el mundo ya intuía: la existencia de un pacto secreto entre España, Marruecos y Mauritania, que consagraba el reparto del territorio, violando los compromisos internacionales contraídos. Esta noticia causó un gran malestar en la sociedad española, sobre todo porque sólo unos días antes, el 2 de noviembre, el rey don Juan Carlos, en su visita al Sahara Occidental (fue la primera decisión tras la toma interina de poderes) anunciara: “España cumplirá sus compromisos”, y “deseamos proteger los legítimos derechos de la población civil saharaui”. Pero al final España no cumplió sus compromisos, y Marruecos llevó a cabo su anunciada e injusta “Marcha Verde”, ocupando así el territorio saharaui. Desde entonces el pueblo saharaui permanece olvidado en uno de los peores desiertos de este planeta. Más de veintinueve años malviviendo en unas condiciones extremas. Mientras que aquí en España, lejos de saldar nuestra deuda, cada día somos más afines a Marruecos. De hecho para fomentar el desarrollo del país vecino, España realiza aportaciones económicas, de tal calibre que el pueblo saharaui tardaría cien años en igualar una sola de esas aportaciones. Yo no digo que este mal ayudar a un país vecino, sólo pienso que la ayuda que prestamos a los diferentes países debe ser equitativa. No debemos olvidar que Marrueco es ese país que además de incumplir, una tras otra todas las resoluciones de la ONU, vulnera los derechos humanos, puesto que el rey Mohamed VI, no duda en alardear de sus fieles “abid” que literalmente significa esclavo (respecto a esto, creo que todas las palabras se quedan cortas).
Aunque lo más triste de todo esto es que mientras que yo escribo estas palabras y usted las lee, los refugiados saharauis siguen olvidados a su suerte en el desierto. Miles de niños y ancianos, que no siempre logran superar las inhumanas pruebas a las que el desierto los somete. Ojala llegue el día en el que estos “hijos de las nubes” vuelvan a su tierra, y la justicia ondee sobre nuestra conciencia. Los saharauis dicen que el día que logren izar la bandera saharaui en el mástil del antiguo Cuartel General español, invertirán su sentido: la luminosa banda verde ondeará en la parte superior y la negra quedará relegad a la base, como una pesadilla superada. Tal vez, un día podamos abrir los ojos y ver este sueño hecho realidad.

El País 06/06/2004

Diario de Sevilla 15/06/2004

El Día de Córdoba 28/06/2004

Rebelión.org (Cartas)

jueves, 3 de junio de 2004

FIN DEL PETROLEO BARATO

“El fin del petróleo barato”

Aun no salgo de mi asombro después de leer el artículo titulado: “el fin del petróleo barato”. Me parece increíble el esfuerzo que el hombre es capaz de hacer para encontrar nuevos yacimientos de petróleo. Ya no sólo somos capaces de extraer el crudo de miles de metros de profundidad bajo el mar. Esta sociedad ha llegado a un punto en el que es capaz de transformar completamente el medio, con tal de obtener este codiciado oro negro. El único inconveniente que puede plantearse, es si la extracción es realmente rentable o no. Personalmente esto me parece un poco triste, pues deberían primar otras prioridades como el impacto sobre el medio ambiente y sobre la forma de vida de los pueblos que allí habitan. Aunque claro, puede que esto no interese a una sociedad que es capaz de utilizar como coche familiar un 4x4 que llega a consumir un litro de gasóleo por cada cuatro kilómetros de recorrido. Me pregunto si realmente no es más rentable invertir en otros tipos de “energías renovables”, en lugar de gastar miles y miles de millones de dólares en seguir manteniendo un sistema que a la larga esta condenado a desaparecer, puesto que queramos reconocerlo o no, el petróleo es un combustible fósil “no renovable”.

03/06/2004