sábado, 8 de marzo de 2008

ELECCIONES 2008

“El gran día”

El nueve de marzo ya está aquí, sólo hay que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de ello. Nada que no sea nuestro voto es importante ahora, por una vez la política se centra en el pueblo. Nuestra opinión durante los cuatro años anteriores y de los próximos cuatro años sólo importa ahora. Unos preocupados por la economía, otros preocupados por la seguridad, por el concepto de España, por las autonomías, poco a poco cada cual, priorizando sobre sus principios o sobre sus intereses, va decidiendo su voto. Llegó el gran momento, sobre todo para aquellos que fuimos traicionados de una manera tan hipócrita, injusta e ilegal.

Para el pueblo saharaui es imprescindible el apoyo del pueblo español, ya sea en temas de cooperación al desarrollo, como ayuda humanitaria o como gesto de amistad. De la misma forma resulta fundamental el apoyo político como país que somos. Pues el respaldo de España era uno de los pilares básicos de la esperanza saharaui. Sin embargo, durante estos últimos cuatro años de legislatura “socialista”, el gobierno español no sólo no ha tenido la dignidad política de reconocer a la República Árabe Saharaui Democrática (después de treinta y tres años de existencia), sino que nuestro gobierno a través de nuestro embajador en Marruecos, a través de nuestro Ministro de Asuntos Exteriores y de nuestro propio presidente de gobierno, en declaraciones en primera persona, han retirado nuestro apoyo al Sahara Occidental a favor de la ilegal propuesta de la monarquía marroquí. Esta propuesta va contra la legalidad internacional, contra la resolución del Tribunal Internacional de la Haya y contra todas las resoluciones de Naciones Unidas. Un gobierno como el nuestro no puede cometer esta ilegalidad por muchos intereses económicos que tenga en Marruecos, y mucho menos en nuestro nombre.

Hay personas que olvidan sus principios, que olvidan el sentido de la justicia envueltos por la comodidad de un sillón de cuero desde el que piensan que pueden gobernar y trabajar para el pueblo. Pero la justicia no se hace desde ese pedestal, sino desde abajo. Y ahora es el momento de que desde aquí abajo, desde nuestro limitado derecho a actuar le recordemos a los de arriba que el pueblo no olvida y no se deja engañar.